Ideología Política Liberal

El Movimiento Libertario del Perú, defiende y promueve la ideología política liberal, sobre la cual ha realizado una reflexión respecto a los males de nuestra nación, proponiendo un remedio para los mismos, y una convocatoria a todos los peruanos de buena voluntad, fuerte corazón y despejada inteligencia.

Diagnóstico, remedio y convocatoria hallan base y fundamento en el ideario liberal, inaplicado y hasta desconocido en nuestro país e Hispanoamérica. Es el liberalismo la única doctrina política que puede sacarnos de la inflación, el desempleo, la pobreza y otras calamidades económicas, la educación y atención médica insuficiente y de mala calidad, así como de la corrupción y de la agitación política, y la falta de armonía social.

Porque todos estos desórdenes son producto y consecuencia de la aplicación sistemática y reiterada del ideario estatista colectivista -en todas sus expresiones: mercantilismo, populismo, socialismo, comunismo, etc.-, polo opuesto y permanente adversario histórico del liberalismo. El estatismo no sólo es ineficaz, empobrecedor y esclavizante: es inmoral, porque socava la base misma de la moral, que es la responsabilidad personal por las consecuencias de las propias acciones.

En el Perú el estatismo ha predominado hasta el momento; ha llegado la hora de la revolución liberal.

I. Diagnóstico del mal: el estatismo y sus consecuencias

En el Perú hemos probado todas las fórmulas de Gobierno, aparentemente. Porque en diversas épocas y por turnos, tuvimos partidos y gobernantes civiles y militares de derechas, centro e izquierdas, provenientes de muy diversos movimientos y canteras políticas. Se inspiraron en ideas nacionalistas, conservadoras, socialcristianas, social demócratas, socialistas y/o marxistas. Pero nunca liberales.

Sin embargo, y además de su filosofía colectivista y contraria a la libertad, todos nuestros Gobiernos tuvieron en común tres importantes rasgos: i) objetivos, competencias y recursos prácticamente ilimitados para el Estado; ii) mercados sumamente restringidos, sometidos y monopólicos; y iii) instituciones privadas unidas al poder y a la política.

Han sido característicos del estatismo:

1) En primer lugar, y en el orden político, un concepto de Gobierno que no conoce límite alguno. Ingenuamente se cree al Estado una versátil y superpotente herramienta para resolver todos los problemas sociales, y satisfacer todas las humanas necesidades. Por eso nuestros Gobiernos incursionaron en todas las áreas de la actividad de la gente: agro, industria, comercio, finanzas, educación, atención médica, previsión para la vejez e infortunios, artes, ciencias, deportes y recreación, etc. Ni las iglesias o congregaciones religiosas se libran de las intromisiones gubernamentales, todas supuestamente orientadas por las mejores intenciones declaradas.

Y por eso el Estado en el Perú ha sido y es propietario de bancos y empresas, institutos de seguridad social, centros docentes y médicos, instalaciones deportivas, culturales, científicas, medios de comunicación, etc. De las instituciones privadas el Estado no es dueño, pero sí “promotor”, financista, regulador y controlador. Así el Estado aumenta indefinidamente en tamaño y gastos. Y con él crecen los impuestos, la deuda fiscal, y el potencial para la inflación de la moneda. Pocos recursos quedan en manos particulares.

2) En segundo lugar, y en el orden económico, ha predominado entre nosotros un concepto de los mercados y la economía como incurablemente necesitados de la promoción y tutela gubernamental, cuando no de severo control, supervisión y vigilancia estatal. Se cree que los mercados están llenos de fallos y defectos, y el Estado debe actuar como “subsidiario” para crear riqueza adicional porque de otro modo ésta sería insuficiente, o bien someterla a un “proceso de redistribución” ulterior a su creación. Así se genera un clima de fuerte antagonismo y enconada lucha social entre clases y sectores, por el reparto de prebendas y privilegios.

Y así el Estado se arroga demasiadas potestades y competencias, arrebatadas a los particulares, y crece asimismo en poder. Los mercados quedan incapacitados en su potencial para crear riqueza en abundancia, y distribuirla por sus canales propios: los ingresos de cada factor, a cada quien según su contribución productiva.

3) Por fin, en el orden social, las instituciones privadas han sido inseparable y fuertemente unidas a los Gobiernos, o muy relacionadas en estrechas asociaciones, combinaciones y mixturas. No hay clara división de funciones ni separación de responsabilidades. Todas las instituciones privadas se hacen en extremo dependientes del poder y la política, únicas puertas al éxito económico, profesional y corporativo, y vías para la distribución de la riqueza y el ascenso social. Los puestos estatales son presa codiciada, imposible de despreciar o ignorar. Así se originan corruptelas de diverso género, y fuerte antagonismo político y escándalos.

Conclusión:


Si fuese exitosa esta concepción de Gobiernos sin límites, mercados restringidos, e instituciones privadas unidas al Estado, el Perú sería un país políticamente estable, su economía fuese rica y próspera, y su vida civil plena y armoniosa. Pero no es así: nuestra política es oscilante y agitada, la nación es muy pobre -parte de ella es miserable-, y el conjunto de sus instituciones no acierta a hallar la salida a los múltiples problemas.

II. Remedio: La Ideología Política Liberal ¿Qué es el LIBERALISMO?


Históricamente el liberalismo procede de varias y diversas fuentes, entre las que cabe mencionar la Biblia, y las mejores tradiciones intelectuales de Occidente, tanto de la Antigüedad clásica como medievales y de la Modernidad. El Perú goza de una ilustre tradición liberal, que remonta a Manuel Felipe Villarán, Mariano Lino Urquieta y Don Pedro Beltrán, entre otros.

Ideológicamente, el liberalismo se puede resumir en tres postulados:

1) En lo político, Gobiernos limitados a su triple función represiva de los verdaderos crímenes, administradora de justicia, y contratante de obras genuinamente públicas.

2) En lo económico, mercados libres de violencia y fraude, sea que provengan de origen privado o estatal.

3) Y en lo social, instituciones privadas separadas del Estado, y por tanto independientes del poder y la política.

III. Convocatoria a la “Fórmula del Buen Gobierno”


Todos los estatistas acostumbran a escribir extensos “Programas de Gobierno”: rivalizan en largas listas de promesas, como si los Gobiernos y sus intervenciones fuesen la panacea universal para todos los males y tribulaciones. Pero la evidencia muestra sin embargo que esas intervenciones son fuente de las mismas distorsiones, problemas y dificultades que pretenden curar y resolver.

Los liberales creemos en los mercados, en la cooperación y asociación voluntarias y espontáneas, y en la división del trabajo y las funciones, principios aplicables universal y enteramente al ámbito de la Economía Política. Y por eso nuestra fórmula de Gobierno es simple y escueta: derogar todas aquellas leyes que propenden a multiplicar y expandir los organismos estatales, a limitar y restringir los mercados, y a confundir los límites entre las instituciones privadas y el Estado.

En otras palabras: DEROGAR LAS LEYES ANTILIBERALES, contrarias a la limitación de los Gobiernos, enemigas de los mercados, y violatorias del principio de la separación entre lo público y lo privado. A una sociedad libre le bastan las leyes comunes y de aplicación general, como son los Códigos Civil, de Comercio y Penal; y sus respectivos digestos procedimentales.

Pero las leyes sólo pueden ser derogadas por quien tiene la competencia para dictarlas. Y es el Poder Legislativo. Por eso el Parlamento es el centro de gravedad y objetivo prioritario de la acción política liberal; y eventualmente la Asamblea Constituyente.

A los peruanos se nos dice que nuestro país es “presidencialista”; y en realidad el Presidente de la República tiene el poder de nombrar y remover muchos funcionarios; de tornar rica o pobre una familia o una empresa; de hacer y deshacer cargos, oficinas y organismos, etc. Pero las relaciones cotidianas de los peruanos entre sí como trabajadores, empleadores, socios, inquilinos o arrendadores, transportistas, estudiantes y profesores, pensionados, médicos y pacientes, pagadores y usufructuarios de impuestos, y hasta artistas e intelectuales, se enmarcan en una variada y extensa serie de leyes reglamentarias extensas y poco claras, entrabantes y empobrecedoras. Derogarlas es la grande y simple solución, cosa que no puede Presidente alguno, y si algún aventurero político dice o promete lo contrario, miente, sea a sabiendas o por ignorancia.

Derogar estas leyes malas es la condición necesaria para tener pleno empleo, ingresos sólidos en moneda sana, riqueza y prosperidad para todos. Con orden y equilibrio político, y más armonía social. Implica un proceso legislativo -y eventualmente constitucional- para los siguientes fines:

a) Separación de las actividades privadas respecto al Estado, atento éste a sus funciones propias, hoy tan descuidadas: represivas, judiciales y de obras públicas. Las empresas económicas y demás asociaciones voluntarias deben funcionar con absoluta independencia del Estado, sin subsidios ni otro tipo de privilegios.

b) Desregulaciones, para abrir paso a la competencia libre, y por ende a las inversiones privadas, al desarrollo de la economía, al incremento en la oferta y al consiguiente desencarecimiento en los productos, y -conjuntamente con las privatizaciones- facilitar la capitalización de todos los peruanos.

c) Privatización de las empresas estatales en abierto concurso, sin privilegios ni monopolios, y libre competencia en todos los mercados.

d) Transferencia de los centros médicos, docentes y de previsión a sus profesionales y empleados, con apoyo del Estado a los usuarios más pobres mediante bonos de atención y servicios gratuitos, y no con prestación directa a cargo de entes estatales.

e) Reducción del Estado en fines y objetivos, dimensiones, potestades y facultades, gastos, compromisos y endeudamientos.

En consecuencia proponemos la siguiente:

Convocatoria


Convocamos a los peruanos a acabar con la pobreza, el desempleo, la marginalidad, la ignorancia, la corrupción, el conflicto político permanente y el antagonismo social. Convocamos a la libre competencia en educación, servicios médicos y de previsión social; lo que significa abundancia y excelencia en esos vitales rubros. Convocamos a remover todos y cada uno de los obstáculos que nos separan de la creación de riqueza, de la abundancia, prosperidad, y buen orden social y político. Convocamos a derogar las leyes que nos someten y empobrecen. Convocamos a los peruanos a la dignidad, a la libertad y al bienestar.

Movimiento Libertario del Perú